Respuesta: Ya lo dice él mismo. La discusión es si es el peor presidente del Gobierno o no. Lo dice él: “Todo el mundo me pregunta si he sido el peor presidente o no”. Lo malo es que a lo mejor queda que enterró también al PSOE. Eso no lo sé.
Leguina apenas puede encontrar adjetivos positivos para calificar los últimos años de la historia del PSOE que arranca con esa “dulce derrota”, como la calificó Alfonso Guerra, en las elecciones de 1993, y los polvos que, engendrados entonces, devinieron en estos lodos tras la elección de Rodríguez Zapatero como secretario general del PSOE en el año 2000. “Aquella derrota representó el final político de una generación a la que por edad, por ideas, y por experiencias vitales pertenezco. Pero no fui capaz entonces de percibir que aquello era el final”, confiesa en su libro en el que no se corta un pelo a la hora de repasar lo que ha pasado desde entonces.“Se hizo una masacre, no en el sentido sangriento, pero sí en el sentido de que no quedara nada. Por una razón puramente demográfica. Si tienes una pirámide invertida donde la cabeza es más grande que los pies, cortas la cabeza, y los pies, como se está viendo, no funcionan. ¿Por qué? Porque no hay alternativa”, explica.
“Los políticos que sabemos escribir tenemos la obligación de hablar del pasado”, se autojustifica. “El pasado es lo único seguro, el futuro no existe. Aquí eso se niega porque los aparatos de los partidos están muy interesados en no cambiar nada, que no se hable de nada y que no se analicen sus políticas de verdad. Están metidos en el día a día y en el “y tú más” y no hay forma de reflexionar con ellos. Alguien tiene que hacerlo y a mí me toca hacerlo”.
P.: ¿El PSOE no está en esa clave de analizar lo que ha pasado?
R.: No quieren analizar nada. Se niega y así nos luce el pelo. Si no analizas los errores que has cometido, es bastante fácil saber qué pasara en el futuro, volverán a cometerlos. Yo creo que Zapatero ha sido un bulldozer que ha acabado no sólo con mucha gente, sino con muchas ideas adquiridas y ya probadas del socialismo democrático. Era una obligación denunciar eso, señalar, criticar, razonar… No sólo las ocurrencias de cada día, que han sido demasiadas, sino también los basamentos, entre comillas, teóricos, que tenía este sujeto.
R.: Lo de Carme Chacón era un escarnio. Era repetir la misma jugada, con los mismos argumentos: la juventud… Pero, oiga, usted mire dónde nos ha llevado con la sonrisa de la juventud de este caballero. A la ruina. No repita usted la jugada. Yo creo que los zapateristas que han estado en primera línea, como es el caso de Carmen y su esposo (Miguel Barroso), al que, en fin, habría que echar de comer aparte, debían haber dado un paso atrás. Les ha pasado como cuentan del general Narváez. Que cuando se estaba muriendo, vino un confesor que le dijo que tenía que perdonar a todos sus enemigos. Y Narváez le respondió: "Mire, señor cura, yo no puedo hacer eso. No puedo hacerlo porque los he matado a todos". Estos mataron a demasiada gente y, ahora, ¿qué recambio se ve? Porque yo no lo veo.
P.: Se supone que en las próximas primarias se verán esos supuestos candidatos al recambio…
R.: Un líder de un partido como el PSOE tendría que haber trabajado en algo antes de meterse en la política. Debería ser una exigencia de los estatutos de todos los partidos. Que no se pueda llegar a la cumbre de la política sin haber trabajado en nada. No puede ser. Es una elemental defensa de la política. A eso hay que oponerse y hay que exigirlo.
Eso es un problema que tiene el PSOE exageradamente y, por lo que yo sé, también lo empieza a tener el Partido Popular. Nosotros, es que miras alrededor, y ves gente que no ha terminado la carrera porque no le ha dado la gana, gente que hizo la primera comunión y se metió en las juventudes socialistas… Lo primero que haría es decir que nadie entrase en un partido sin haber trabajado antes en algo, aunque fuera de peón.
P.: ¿Susana Díaz es el mejor ejemplo de esos nuevos políticos profesionales?
R.: Claro es que Susana Díaz no es la única ni es un caso raro. Es el caso más frecuente. Tampoco ha trabajado nunca. Esto es muy duro de tragar para un ciudadano normal y corriente.
P.: En el libro señala que ha llegado la hora de “abandonar esa dejadez tolerante que ha permitido crecer a los nacionalistas”. ¿Comparte las tesis del PSOE a favor de una reforma federal de la Constitución?
R.: No. No porque no crea que un sistema federal para España vendría bien, sino porque ya lo tenemos. Que me digan a mí en qué se diferencia el sistema federal de Alemania o de Estados Unidos con las autonomías españolas. Lo que yo me temo es que a través de una reforma de la Constitución lo que se quiere es eliminar el artículo 2 de la Constitución. Es una locura. Eso no se puede negociar. Por eso, me parece que no son todas buenas intenciones. ¿Que hay algunas cosas que cambiar en la Constitución? No tengo la menor duda, pero eso en Estados Unidos se llama enmienda, no reforma.
P.: De todos modos, parece que voces como la suya o la de Rodríguez Ibarra o Corcuera, que también se han manifestado en este sentido, ya no pintan mucho en el debate interno del PSOE.
R.: No sé si cuentan o no, pero yo creo que dentro de un partido las cosas que están bien pensadas y son razonables deberían contar y las ocurrencias deberían ser eliminadas. Esas voces no son ocurrencias. Son recordatorios de lo que ha sido el Partido Socialista. En la historia del Partido Socialista hay cosas buenas y malas, como en cualquier historia, pero no hay esos bandazos ideológicos. Si el PSOE fue una de las piezas fundamentales cuando se creó esta Constitución, ¿en qué andamos ahora?
P.: Cree que esta idea de reformar la Constitución es una “ocurrencia”…
R.: Andamos ahora en el diferencialismo y la equidistancia. Entre los nacionalismos separatistas que ya se han quitado la careta y los defensores de la Constitución no se puede ser equidistante. Hay que estar con los defensores de la Constitución. No se puede ir por ahí diciendo que hay separatistas y separadores. ¡Dígame usted quién es el separador y por qué! ¿O es que eso del separatismo lo hemos inventado los castellano-manchegos? Es un insulto que yo, personalmente, no lo admito. No se puede ser equidistante. Tendrán que explicar ellos por qué habiendo votado la Constitución, ahora la quieren tirar por la borda. Y hay cosas sobre las que se puede hablar pero no se puede pactar. Hablar se puede hablar de todo pero pactar, no.
P.: Según su análisis, o el PSOE se autorreforma o peligra su supervivencia. ¿Ve pasos en la buena dirección?
R.: En algunas cosas, el sentido común se va imponiendo. Y eso creo que se debe a que Alfredo Pérez Rubalcaba es una persona sensata. A mí me da mucho miedo cómo se juega con las cosas de comer. Y las cosas de comer son la Constitución y la unidad del Estado, cosas que nunca se discuten una vez aprobada una Constitución. Como no entiendo esa parte básica que es el contencioso que han montado los nacionalistas, no puedo ser blando. Tienes que estar, necesariamente, junto al PP combatiendo eso. Combatir es combatir con las ideas, con las políticas y no dejándoles respirar.
P.: ¿Cree que se puede volver a repetir la situación de Almunia y Borrell y que el PSOE vuelva a tener una bicefalia después de las primarias?
R.: Ojalá que no ocurra. No está escrito en las estrellas que el PSOE vaya a durar siempre. Si se quieren arruinar, allá ellos.
P.: ¿Qué cree que sería lo más positivo que pasase?
R.: Que Rubalcaba se presentase a las primarias, pero que se rodee de gente de peso intelectual y político. Que no se rodee de pesos ligeros.