sábado, 24 de diciembre de 2011

Ana Pastor: «Con Mariano soy incondicional como en el matrimonio»

Ana Pastor: «Con Mariano soy incondicional como en el matrimonio»

Esperamos cinco minutos en su despacho y llega apresurada. Después de nuestra entrevista, siguen sus compromisos. Gajes del oficio de vicepresidenta segunda de la Mesa del Congreso. Se quita la chaqueta y se acerca hasta la mesa, donde trascurre nuestra charla ante un cuaderno cuadriculado en el que garabatea palabras y dibuja constantes flechas.

-Respeto es lo que sienten por usted tanto compañeros como rivales políticos. ¿Cómo lo logra?
-Primero porque yo se lo tengo a ellos. Actuando conforme a tus principios y valores, con coherencia. Quizá sea eso lo que aprecien los demás y, en política, el respeto pasa por hablar mucho de contenidos y no de las personas. Si traspasas esa frontera, a mí no me encuentras.

-¡Estamos en pleno «talante Del Bosque»!
-(Risas) Admiro a Vicente. Me parece un fuera de serie. Lo he tratado y es un hombre muy humano, muy cercano, muy equilibrado y muy inteligente.

-Naciendo en Cubillos del Pan, entre zamoranas nos vamos a entender.
-Claro que imprime carácter. Allí viví los primeros años de mi vida y mis recuerdos son maravillosos. Una infancia feliz: jugando en la calle, con mis hermanos...

-¿Prestaciones sociales iguales para todos?
-Hay unas cuantas cosas que tengo claras para trabajar en política y son los principios y derechos que recoge nuestra Constitución: la libertad, la igualdad de oportunidades, educación, pensiones, sanidad... y, más que Estado del bienestar, Sociedad del bienestar. El primero es un término antiguo; el segundo es algo que nos hemos dado entre todos.

-Es decir, ¿que no habrá un día en que todos, al levantar la vista –parafraseando a Labordeta– veremos una sanidad que ya no sea pública, si llega el PP al Gobierno?
-Con humildad, digo: cuando hemos gobernado hemos conseguido duplicar el presupuesto en sanidad y apuntalarla y también logramos culminar las transferencias a las comunidades... Y logramos pactar con el apoyo de todos los partidos cinco leyes. Debemos estar cohesionados, ser solidarios y tener servicios iguales para todos los españoles.

-Cada vez que sale una encuesta suben más... ¿Cómo se celebra en Génova?
-Las encuestas sólo reflejan tendencias. Es verdad que recogen que los españoles quieren un cambio y el señor Zapatero ha pasado mucho tiempo mirando hacia otro lado sin hacer reformas y ha tenido que tomar medidas tarde, mal y a rastras de la tutela que le ha impuesto la UE, y ha hecho lo que no debe: recortar prestaciones sociales.

-La política tiene mucho de gestos. ¿Hacen todos ustedes un «máster en Flora Davis»?
-(Risas) Más del 90 por ciento de lo que hace un político no trasciende, porque vivimos en la era de los «totales» de los informativos. Ese minuto que es el único que llega al ciudadano. Imposible extraer un discurso en un único titular. Yo no quiero hablar en «totales».


Ir por delante
-Platón insistía en lo de «gobernantes filósofos». ¿Qué tal se le dan los dictados del fundador de la Academia de Atenas?
-El político, en esencia, se ve en el ámbito parlamentario. Especialmente, en las réplicas. Admiro a Rajoy en cómo lo hace. Es un gran parlamentario porque es dueño de su propio contenido... En cualquier caso, recordemos que Platón decía «lo poco que sé se lo debo a la ignorancia».

-Arturo Fernández dice que la derecha la inventó él. ¿Le harán socio honorífico?
-(Risas) Es un actor extraordinario y una persona a quien le he escuchado decir aquello en lo que creemos muchos.

-¿España está para el tinte, como me decía?
-España está para elecciones anticipadas porque el presidente del Gobierno no termina de tomar decisiones de calado: recorta la sociedad del bienestar y no tiene proyecto económico, ni social, porque se presentó con un programa que ya no existe...

-¿Y ustedes son el «quitamanchas» al que alude el gran actor?
-Diría que este país necesita un nuevo Gobierno con un proyecto sólido. Porque la única política social que conozco es la que genera empleo y riqueza y el mayor drama que veo ahora es el de un 20 por ciento mientras no se toman decisiones de calado.

-Se sabrá algún chiste de médicos, supongo.
-Créame que la realidad puede superar a la ficción de los chistes.

-¿Qué es ser una «mujer de mi tiempo»? ¿Pero es que no lo somos todas?
-Aprender de lo bueno, estar en la vanguardia del conocimiento pero sin perder tus raíces, principios, valores y aquello en lo que crees.

-Feminista convencida. Dicen que el feminismo está tan trasnochado como el marxismo.
-No me gusta etiquetar, pero si es feminismo luchar por la igualdad de oportunidad de las mujeres, que aún no la hay, debo ser feminista.

-¿Está a favor de la política de cuotas, la paridad política...?
-No. No somos un número. Yo soy mujer desde antes de las cuotas, con perdón. A ninguna nos gustaría pensar que nos han elegido por ser mujeres, porque es una falta de respeto. Además, algún partido político tras la ley de cuotas tiene menos mujeres que hombres, luego la eficacia ha sido inexistente

-¿Cómo se lleva ser eso de una de las personas de confianza de Rajoy? Porque a Aznar le respetaban pero a Rajoy le tienen cariño.
-Creo en él. En la parte política, hace un trabajo excepcional y ha logrado uno de los partidos más fuertes de Europa. En lo personal es cercano, entretenido, amable, sincero, cariñoso...

-No en vano usted ha dicho: «A mi presidente, y mi amigo, le trato como a mi padre: procuro no darle ningún disgusto». ¡Qué buena hija es!
-Querer a un líder es darle ideas, propuestas, ayudar a que sea presidente del Gobierno, que es mi empeño, porque creo que es lo mejor que le puede pasar a España. Pero, además, disfruto trabajando con él porque sabe delegar, es considerado, escucha tus razones y sabe rectificar.

-¿Volvería a ser ministra de Sanidad... o de eso no se habla por si se gafa?
-El partido me ha dado más de lo que merezco. Y estoy para trabajar con Mariano donde él me necesite. Soy una incondicional, como en el matrimonio, «en lo bueno y en lo malo».

-¿Qué lee, cuando no lee medicina?
-«Lincoln», de Gore Vidal, «Historia de un fugitivo», de Miguel Server, «A Dance to the Music of Time», de Anthony Powell, entre muchos pendientes...

-Ha afinado usted las palabras como teclas de un piano.
-Usted no se ha quedado a la zaga.



No despreciar lo que se ignora
Tiene una salvaguarda afectiva que depone mediada la entrevista. Conozco ese proceder. Mi familia lo ejerce. Se llama simple y pura «aristocracia castellana»: quien no promete aquello que no puede cumplir; quien no halaga en vano; aquellos que saben dar, recibir, y no ponderan en exceso. El eco de sus «elles», en pleno desuso fonético, me retrotrae a la infancia. La psicología tiene muy claro que nuestra personalidad se configura en los primeros años de nuestra vida, y ella creció en la sabiduría de unos padres que le repetían: «No hables nunca de lo que no sepas»... Machado, que jamás se equivocó, erró al decir que «Castilla desprecia cuanto ignora». Los castellanos, bien lo sabemos, le hemos perdonado la hipérbole.

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