María Brey, la tía ilustrada y perseguida de Rajoy
Junto a su marido reunió la mayor biblioteca privada de España
Era una mujer reservada pero de una gran cultura
Fue amiga de Manuel Azaña, Camilo José Cela o Lázaro Carreter
Los franquistas la tildaron de 'roja' y 'ultraizquierdista'
Xurxo Salgado | Santiago de Compostela
Actualizado domingo 11/12/2011 12:26 horas
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Era una mujer reservada, callada, muy introvertida y "muy gallega" pero tenía una voluntad de hierro. Su gran ilusión era llevar la cultura y los libros a todos los rincones de España para disfrute de ricos y de pobres. Pero lo hizo en una época equivocada, en la que tener ideales se pagaba caro. María Brey Mariño era una mujer resolutiva, con carácter, una bibliotecaria de profesión que amaba su trabajo y que consiguió hacerse un hueco en el mundo de la cultura en una época muy difícil para las mujeres. Los libros la unieron con Antonio Rodríguez Moñino, otro intelectual republicano, con el que acabaría casándose en 1939, justo después de la guerra, y le reportaron la amistad de figuras de la talla de Manuel Azaña, Camilo José Cela, María Moliner, Lázaro Carreter y otros ilustres de la política y de la literatura del siglo XX. Sin embargo, y a pesar de su erudición y de su aportación al mundo de la bibliografía y de la literatura clásica, María Brey ha sido siempre una mujer casi olvidada. También lo era Enrique Rajoy Leloup. De ese anonimato los ha sacado su parentesco con el futuro presidente de España. Y es que esta mujer, prima de la madre de Rajoy, era una especie de tía para los Rajoy; la tía "roja" de la familia, como la etiquetó el régimen franquista. Esta bibliotecaria sufrió un severo proceso que acabaría con un castigo ejemplar: traslado forzoso, con prohibición de solicitar cargos vacantes durante cinco años, postergación durante cinco años e inhabilitación para el desempeño de puestos de mando o de confianza.
Pasado republicano
Su culpa, haber trabajado estrechamente con las autoridades republicanas y, especialmente, en la Biblioteca del Consejo de Ministros durante la Segunda República, donde trabó amistad con el presidente Manuel Azaña, otro apasionado de los libros. María había estudiado en la Institución Libre de Enseñanza, se había codeado con lo más granado de la intelectualidad del momento y, con 21 años, había sacado la oposición al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos (CFABA). Su obsesión, junto a otros bibliotecarios como María Moliner, Agustín Millares Carlo, Teresa Andrés Zamora, Francisco Rocher o Asunción Martínez Bara, era la de "socializar la cultura" y con ese objetivo se involucró en varios proyectos republicanos. Durante la guerra estuvo siempre trabajando en el bando republicano y, acabada la contienda, decidió quedarse en España junto a su marido. Es entonces cuando las nuevas autoridades franquistas deciden iniciar contra ella un proceso de depuración que termina tildándola de "roja" y "ultraizquierdista".
'Izquierdista'
El informe completo, emitido el 25 de enero de 1940, contine nueve acusaciones sin fundamentos objetivos y con acusaciones de personas anónimas que no podían ser refutadas por María Brey. "Es una izquierdista y nada cordial con sus compañeros", empieza este informe de depuración que recoge el testimonio, entre otros, del gobernador civil de Valencia: "Era notorio que era ultraizqueirdista, tenía amistades íntimas con los rojos e, incluso, vivía en 'república de rojos'". Depués del proceso, María Brey es trasladada a Huelva al peor destino de entonces, una biblioteca de una delegación de Hacienda. En el 43 pide traslado para la Biblioteca de las Cortes, pero la persecución judicial no se detiene. Su puesto es provisional y durará hasta 1961. Ese año, cansada, junto con su marido, se trasladan a Nueva York donde comienzan a trabajar para la Hispanic Society of America. Deciden retornar a España, a pesar de su expediente 'rojo' y de que en Estados Unidos podían ganar una auténtica fortuna. De nuevo en Madrid, María Brey comienza a trabajar de archivera en la Fundación Lázaro Galdiano, una insitución próxima al Régimen.
Amistades
Retrato de la biblioteca de Azaña.
Instalada en Madrid con su marido inician una tertulia en su casa a la que axiste lo más granado de la intelectualidad de entonces. Rodríguez Moñino muere en 1970. A partir de entonces, la tertulia decrece y se dedica a ordenar y archivar sus libros. Y es que María Brey Mariño, "doña María" para toda una generación de bibliógrafos que hoy son catedráticos y que frecuentaron su casa, llegó a almacenar junto a su marido la mayor biblioteca privada de España. Tras su muerte, en 1995, todos los fondos -más de 17.000 obras, incluídos grabados de Durero y de Goya- pasaron a los fondos de la Real Academia Española (RAE). Fue su gran contribución a la cultura española a pesar de que siguió siempre llevando el sambenito de "roja".
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