La necesidad de los recortes obliga. El presidente del Gobierno y el jefe del ejecutivo autonómico catalán suscribieron anoche un acuerdo de colaboración, sin texto escrito ni firmas, de apoyo mutuo que otorga al Partido Popular una mayoría más que absoluta (202 diputados como mínimo) para sacar adelante las reformas del mercado laboral y del sistema financiero. Mariano Rajoy logró un objetivo fundamental para el arranque de la legislatura: apoyos para las medidas impopulares. Artur Mas lo definió como "una inversión a plazo".
El jefe del Ejecutivo, después de que las cámaras de televisión le volvieran a captar en frase coloquial ("vivo en el lío"), esta vez en la puerta de La Moncloa, cosechó la comprensión y el respaldo de los nacionalistas catalanes que le pasarán intereses después, pero no en el presente ejercicio. La entrevista entre Rajoy y Mas duró casi dos horas y el presidente de la Generalitat se tomó luego casi otra más para prepararse bien las explicaciones sobre una reunión que fue "franca, afable, cordial y con buen pulso" sobre la que el Gobierno no tuvo que matizar nada porque no pudo resultar más positiva para sus fines.
"Ya sabemos que si Rajoy se compromete, se compromete; otra cosa es conseguir que se comprometa", dijo Mas un tanto contaminado por el estilo marianista. Al presidente de la Generalitat le parecen bien todas las reformas económicas que el Gobierno ha puesto en marcha o ha anunciado, aunque niega conocer el detalle de los próximos cambios legislativos en el mercado de trabajo. Incluso comprende y matiza las reservas del Ejecutivo del PP a la ahora de contar su posición o margen de maniobra ante las instancias europeas a cuenta del objetivo de déficit para este año. "Estamos comprometidos contra el déficit pero hay que ser creíbles y, como nos pasó a nosotros, es imposible pasar ahora del 8,2 al 4,4 salvo que desmontemos el estado del bienestar", proclamó el dirigente de CiU.
Mas reconoció que Rajoy no le había dicho que intente renegociar el objetivo de déficit con las instancias europeas pero lo dio por hecho y apostilló que todo el mundo sabe que no se puede recortar al ritmo marcado hace un año cuando la UE y España estaban todavía en fase de expansión económica.
El presidente de la Generalitat estaba tan empeñado en quedar bien que varias veces eludió hablar de Cataluña y España como realidades distintas o enfrentadas, recordó que la Generalitat y el resto de las comunidades autónomas "también son Estado" y se mostró convencido de que "entre el gobierno catalán y el gobierno central se puede colaborar bien y a fondo". Hasta pronunció una vez la expresión "relación Cataluña-resto de España", reclamó "lealtad institucional" y sostuvo que "tenemos que ayudarnos entre todos".
Mas se esmeró en defender la reforma laboral anunciada por el Gobierno y dio por sentado que será muy seria. "Nos miran con lupa precisamente por eso", agregó sobre la expectación en la UE y en la Cancillería alemana ante la prometida equiparación de reglas y legislación del mercado de trabajo español con el de los demás países europeos. "Ya conoceremos los detalles pero nuestra voluntad es de apoyar", remachó.
Despachado el capítulo de los avales, el presidente de la Generalitat también entró en el de las facturas y en términos de "bilateralidad" entre gobiernos. Dio por hecho que Rajoy tendrá que aprovechar los Presupuestos Generales del Estado que elaborará en marzo para empezar a abonar los 759 millones que dejó a deber Zapatero al gobierno autonómico. También avisó que a finales de año espera tener un amplio consenso en la cámara autonómica para exigir el "pacto fiscal", aunque comprende que ese asunto no esté entre las preocupaciones del presidente del Gobierno.
Mas cambio de tono y de expresiones cuando se le preguntó por la cuestión lingüística. Lo calificó de "línea roja" después de negar que el castellano esté relegado o perseguido en Cataluña. Añadió que el asunto no se había tratado en la entrevista, igual que la posible fusión de La Caixa con Bankia o el cierre de Spanair. En lo que se empeñó fue en calificar de "inversión a plazo" su cerrada defensa de las reformas económicas del Gobierno. "Estamos en los escarceos", comentó con ironía sobre sus relaciones con Rajoy.
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